Sin duda, mucho se ha hablado y escrito en los últimos años sobre el Botox, o más correctamente, sobre la Toxina Botulínica de tipo A, y todo hay que decirlo, no siempre bien. Sin embargo, desde que en los años 70 del pasado siglo XX, un optometrista de San Francisco, el Doctor Alan Scott, comprobara los efectos que causaba en el rostro de sus pacientes una pequeña inyección de la toxina, sus usos, tanto médicos como estéticos no han dejado de crecer.
El doctor Scott descubrió sus efectos estéticos de casualidad, ya que el primer uso que hizo de la toxina fue como tratamiento corrector del estrabismo. Scott no solo vio cómo la toxina debilitaba el músculo del ojo, que con su contracción excesiva causaba la desviación en la mirada; sino que comprobó que a sus pacientes les desaparecían, literalmente, sus arrugas.
Los años 70 suponen el inicio de la aplicación estética del Botox, desarrollada fundamentalmente en Estados Unidos. Pero su llegada a España se retrasaría unas décadas. Primero lo hará en otros tratamientos médicos y a partir de 2004 comenzará a introducirse, por fin, como uso cosmético.
Desde entonces, su uso ha crecido en nuestro país de una forma espectacular, pues los pacientes que se someten a estos tratamientos confían cada vez más en los beneficios de su utilización. De hecho, España está en el tercer puesto en el ranking de los países que más infiltraciones se realizan, ya que económicamente es muy accesible y, por lo tanto, una excelente alternativa al quirófano.
Se trata de un tratamiento sencillo de llevar a cabo, indoloro, que permite al paciente realizar vida normal tras su realización, y por supuesto sólo debe realizarse por médicos entrenados específicamente en este procedimiento, que posean un conocimiento profundo de la anatomía humana, de los instrumentos y las dosis a aplicar.
En España existen tres marcas comerciales de la Toxina Botulínica Tipo A: Vistabel, Azzalure y Bocouture, las tres de muy similares características, por lo que la clave del efecto final, más que en el producto elegido, está en la destreza del médico su técnica de inyección sin olvidar el tipo de musculatura del paciente
Tras más de una década de las primeras aplicaciones estéticas del Botox, la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME) ha confirmado en diferentes informes su “inocuidad” y “sus nulos efectos secundarios acumulativos”, cuando es aplicado correctamente y por personal especializado.
Y una última recomendación de los expertos: Se trata de un tratamiento muy recomendable, especialmente en verano, ya que es el momento en el que más se acentúan los gestos de expresión como consecuencia de una mayor exposición a la luz solar. Durante estos meses, los beneficios del Botox son mayores pues previene el aumento de las arrugas de expresión.