El término alopecia proviene del griego alopex (zorro): de la pérdida de pelo de este animal en otoño y primavera. Se considera así a la pérdida anormal o rarefacción del pelo, por lo que el término es un sinónimo de calvicie y puede afectar tanto el cuero cabelludo como otras zonas de la piel en la que existe pelo, como las pestañas, axilas, región genital y barba.
El alto valor que nuestra sociedad otorga al mantenimiento de una cabellera completa implica que la pérdida de pelo puede ejercer un efecto adverso significativo sobre la calidad de vida y ambos sexos son afectados, aunque el deterioro del bienestar psicosocial suele ser más frecuente y más grave en las mujeres.
Las alopecias representan entre el 3% y el 8% de las primeras consultas en la actualidad y se prevee un crecimiento de estas cifras de cara a un futuro. La asociación de sebo y calvicie es habitual, ya que la glándula sebácea es igualmente andrógeno-dependiente, lo que no implica que la seborrea sea la causa de alopecia.